En Roma, los niños nacían en casa, bajo la protección de la diosa Juno Lucina. Tras el parto, el bebe era puesto a los pies del padre, que podía rechazarlo. Los niños abandonados podían ser recogidos por otra familia, como hijos, o, en el peor de los casos, se tomados para la esclavitud o la prostitución. Por el contrario, si lo reconocía, lo tomaba en sus brazos -si era niño- o mandaban que le dieran el pecho -si era niña-. Al octavo día, o al noveno, si era niña, se hacía la fiesta religiosa de la
Lustratio, donde se le ponía nombre y un amuleto: la
bulla.
El nombre del niño se componía de tres partes:
- Praenomen, o nombre propio -a veces pueden indicar en qué orden nacieron, como Quintus u Octavius-. Normalmente se ponía abreviado.
- Nomen, correspondiente a nombre de la gens o clan al que pertenecía.
- Cognomen, o apodo que pasaba de padres a hijos.
Las niñas tenían:
- Nomen
- Minor o Maior, si eran dos hermanas o Prima, Secunda, Tertia, ..., si eran más de dos hermanas
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